Todas las historias tienen un principio y un final. Y ese viaje, espero que tenga un punto y seguido. Te quedan ganas de volver. Han pasado casi tres meses desde que llegamos de Burkina Faso y ya he digerido las alegrías, las penas, las preocupaciones y los palos que te pueden dar las personas. Lo comenté anteriormente, nadie dijo que un voluntariado fuese fácil, ni que un orfanato fuese un parque temático, ni que ir con una niña de ocho años me librase de tener una responsabilidad añadida, ni que ni mucho menos fuese objeto de críticas.
El viaje de vuelta…
El viaje de vuelta fue tan largo y pesado, que tuve tiempo de repasar toda mi experiencia y volverla a repasar. 24 horas, desde que salimos del orfanato de Burkina Faso en un todo terreno, conducido por Sor Ágata, para dejarnos puntualmente a las 13:30 h en una estación de autobuses de donde saldría nuestro bus hacia Uagadugú, nuestra espera hasta las 2 de la mañana para embarcar en un vuelo con rumbo a Casablanca. Nuestra espera de 4 horas para coger ese vuelo tan incomodo como deseado a Málaga, me dejaron el cuerpo triturado. La llegada a Málaga tuvo sus luces y sus sombras entre abrazos que salen del corazón y abrazos que evita el corazón, el ego delata a los seres humanos, poniéndolos en su sitio.
Regresamos junto con un miembro de la ONG. Un voluntario que el pasado 31 de Octubre, emprendió una expedición que los llevará de Málaga hacia Burkina Faso, esta vez por carretera, con dos camiones cargados de material y ayuda humanitaria. Pero esa es otra historia. La historia de la ONG Policía Amigo, no es mi historia, ni la de mi mujer, ni mucho menos la de mi hija. Lo que nosotros vivimos, no lo vivieron ellos y al contrario, lo que ellos vivirán no lo viviremos nosotros.
La importancia de ayudar en origen
Siempre dije que de este viaje, solamente me importaba mi experiencia y eso engloba a mi mujer, a mi hija, a las personas con las que convivimos en Burkina Faso: los niños del orfanato y una figura fundamental en nuestro viaje. Hablo del Padre Manolo. Un Padre Blanco, que lleva en África más de treinta años. Que se maneja como pez en el agua, tanto en francés, como en bambara, que es querido y respetado. No olvidaré los buenos ratos que nos hizo pasar, las anécdotas, y esas cervezas frías que nos tomamos en esos sitios que solamente conocen los que viven en Bobo Diulaso.
Pero sobre todo no olvidaré e intentaré poner en práctica su filosofía sobre la cooperación internacional: “ayudar en origen”. Eso conlleva la creación de empleo y una buena forma de fomentar el desarrollo.
Algo más que un sitio donde ir a misa
Allí lo he dejado, espero que hayan puesto ya las puertas de hierro, que dan acceso a su parroquia. La de San Juan Bautista. Si me permiten, una macro parroquia. Que no es sólo un sitio donde se va a misa. Es mucho más que eso. Se cuida de la infancia y se respeta a la mujer como pilar de la sociedad.
En la misa del domingo puede haber unas cuatrocientas personas. Da gusto ir a misa allí, aunque no seas creyente, no entiendas nada de francés, merece la pena.
Algún día África evangelizará Europa.
¡Gracias Padre Manolo por tu ejemplo! …Porque cuando todos se marchan, hablo de voluntarios, cooperantes, etc. ellos se quedan, viven allí y quieren morir en esa bendita tierra.
Inoussa, nuestro guía en Burkina Faso, una buena persona, con una gran historia para contar, ha sido también un pilar importante. Sor Ágata con la que convivimos y nos entendimos a la perfección sin hablar francés. Una gran persona, al frente de un lugar tan delicado como es un orfanato.
Pese a que a más de uno no les guste ni oírlo ni leerlo, la mayor ONG es la Iglesia Católica. Y eso lo hemos vivido en primera persona.
Personas sin horarios, dispuestas a servir al más necesitado por amor y respeto. Sin aspavientos, sin aventuritas solidarias que disfrazan el ego, sin tonterías, y sobre todo, sin esa falsa solidaridad que nos puede salir a relucir en cualquier momento a cualquiera que viajemos a África. que nos hace creer que somos los únicos, que somos imprescindibles.
Algo para recordar…
Esto no funciona así. Allí, en Burkina Faso, me dejo alegrías, y también algún que otro enfado, por obra y gracia de Whatsapp. África es “aquí y ahora” y no “yo cuando fui…” o “como yo creo que es la ayuda…” o “esto se hace así…”.
Volveremos, estoy seguro. Cuando Dios quiera… Y pondremos en práctica muchas cosas de las que hemos aprendido. Sobre todo, a hacer caso de la gente que más sabe de África, a esas personas que las mueve el amor y el sentido común. Dejarnos llevar e intentar al menos durante la estancia.
Ser humildes y no callarnos las cosas, aunque nos cueste alguna que otra efímera amistad. Nuestra misión se ha cumplido.
“Si no eres humilde nunca podrás ser solidario”
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