Aquel 6 de diciembre de 1978 muchos españoles hoy adultos, no podíamos votar, éramos niños. Se produjo el llamado «Referéndum sobre el Proyecto de Constitución» y así con 15.706.078 de votos a favor, y 1.400.505 en contra, nació la Constitución de España de 1978.
En aquella España del blanco y negro, aquel 6 de diciembre fue un día distinto e ilusionante. Una fecha importante para una nueva época de nuestra historia,-llena de tantas épocas-, que comenzaba con empuje, civismo e ilusión.
Admitámoslo, en la España de hoy, en general, sabemos de la Constitución más por lo que se la nombra, que por su contenido. Y en los últimos años, lamentablemente, aún más por movimientos populistas y gobiernos contrarios a nuestra Carta Magna, más cercanos a un totalitarismo.
Testigos fiables de la Constitución
Aún contamos con testigos de lujo a quienes poder consultar dudas sobre este tema.
Aquellos que pasan de los 90 años y nos aportan información valiosa.
Españoles nacidos durante la dictadura de Primo de Rivera, que acudieron a la escuela de Educación infantil durante la II República, siendo niños vivieron y sufrieron la Guerra Civil, y más tarde reanudaron sus estudios superiores durante el Régimen de Franco.
Algunos conviven con nosotros. Si preguntásemos a estos testigos: «¿Qué destacarías del hecho de la Constitución de 1978?» Cabría esperar muchas respuestas, pero sin lugar a dudas, todos coincidirían en afirmar algo sencillo y contundente: Participación.
Una participación, no solo masiva, sino que estos testigos directos reafirman sin dudas, que lo que se respiraba en la España de la Transición, y concretamente aquel 6 de diciembre de 1978, era la voluntad de participación del pueblo, su implicación en querer ser parte de aquel proyecto.
Interesante destacar la participación como algo decisivo, para valorar la importancia de aquel acontecimiento.
Los suizos acostumbran arreglarlo todo mediante referéndums, los asuntos importantes para su convivencia y les va bien. Pero los españoles no, ni los de entonces, ni los de ahora. Para eso se necesitaría estar libre de los prejuicios que precisamente son los que se han ido sembrando para garantizar el poder. Esto solo demuestra el miedo a la verdad, y que otros la busquen.
Reformas: ¿involución o evolución?
Como estamos viviendo, lo cierto es que una Constitución, para cualquier nación civilizada, es un pilar indispensable e indestructible, pero no inmutable.
Hoy en día, todos opinamos… ¡qué sería de España y de los españoles, si no opináramos de todo y sobre todo! Y con bastante ligereza opinamos que sí, que la Constitución hay que reformarla, dicen los más atrevidos, o enmendarla, los más prudentes. Pero que la ley electoral necesita un repaso, creemos que no hay ninguna duda, excepto por los que acaparan el poder y ambición a costa de vender su alma al diablo.
La España de hoy no es la de entonces, ni Europa, ni el mundo es el de 1978. Aunque ya quisiéramos la altura de miras, amor a la Patria y sentido de Estado de la mayoría de los políticos de entonces. La ausencia de liderazgo, lo pone de manifiesto.
Como decía Bernardo de Chartres, teólogo y filósofo del Siglo XII, «Somos enanos encaramados a hombros de gigantes. De esta manera, vemos más y más lejos que ellos, no porque nuestra vista sea más aguda sino porque ellos nos sostienen en el aire y nos elevan con toda su altura gigantesca».
Los políticos actuales quedan lejos, muy lejos, enanos que no han querido subirse a hombros de gigantes, para ver más y más lejos.
Estos 45 años nos permiten una mirada retrospectiva, y sin duda, el balance general es muy positivo. Y quien lo niegue, yerra.
Para ejercitar la mirada retrospectiva hay que dejar de lado la ideología propia, o los prejuicios, y abordar el recorrido global como nación. Dónde estábamos entonces, y dónde ahora, en relación a todo: derechos, leyes, organización territorial, nivel de vida, educación, sanidad, desarrollo industrial, comercial, liderazgo internacional, etc. Todo aquello que reconocemos importante para confirmar que nuestro país crece en prosperidad.
Lógicamente, con problemas, algunos muy graves, muy serios, como la amnistía, las desigualdades de trato entre comunidades y personas, o delitos, la falta de libertad actual, la corrupción generalizada o la inacción de la sociedad civil, que parece empezar a despertar.
Urge la participación social
Y sí, son requeridas reformas indispensables en nuestra Constitución.
Nuestra demografía decrece, las autonomías no superan el examen para garantizar un progreso real e igualitario en todo el territorio. El sistema educativo, despilfarrado por territorios; la emancipación de la mujer es un hecho, aunque aún falte mucho; la pobreza aumenta; la esperanza de vida se incrementa; pero la natalidad se halla bajo mínimos insostenibles, etc.
El problema es que aún no hemos logrado admitir qué es lo que no debe tocarse de la Constitución y qué es lo que sí ha de reformarse para aspirar a un futuro de progreso real.
No lo logramos porque somos complejos y egoístas como sociedad, no como individuos. No lo logramos porque no valoramos la libertad de la que supuestamente gozamos. Y no lo logramos, porque no exigimos como votantes a los partidos y personas que nos representan en el Congreso.
Luego pululan quienes pretenden una involución tercermundista, desde la izquierda populista, y desde la izquierda algo más moderada que ha dejado de existir, pactando con quienes no quieren ser parte de España, en lugar de apostar de forma definitiva por el proyecto de unidad de todos los españoles, generando más desigualdad entre los españoles.
Sin admitir, valorar, ni reconocer que en su día 15.706.078 de ciudadanos quisieron que España fuera una Monarquía Parlamentaria con tres poderes independientes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Esperanza
En realidad, deberíamos conmemorar estos 45 años como lo que deberían ser, un acontecimiento de enormes dimensiones para nuestro país, aunque parece no ser valorado suficientemente, ya que es lo que se pretende construir.
La mentira, la desigualdad y la ausencia de libertad como base de convivencia corrompen y debilitan lo construido con el esfuerzo de todos. La anulación de los derechos, recogidos como fundamentales en la Constitución, así como la eliminación de la garantía, para que esto funcione, de la separación de poderes, no traerá sino más daño a los ciudadanos, divididos en dos castas, el PSOE y sus colaboradores, y el resto de la población.
A pesar de la situación actual, y de los decepcionante que ha sido que el rey, atado de pies y manos por la Constitución, no pueda defender esa unidad, desde Woman Essentia queremos dar una imagen de esperanza recordando el mensaje de SM El Rey Felipe VI:
«… Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña […] a todo el pueblo español, subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España …»
Ojalá estas palabras se hubieran insertado en la cabeza de aquellos que ocupan cargos públicos. Estos deberían recordar la obligación y responsabilidad para las que fueron elegidos, estando al servicio del país y no al suyo propio.
Los principios democráticos a los que aludía el rey, han demostrado no ser sólidos ni estar al servicios de todos los españoles, que vivimos actualmente momentos, tanto de ausencia de libertad, como de desigualdad, propia de una estado principiante. Recobremos el sentido común y los valores que caracterizaron la España de la historia verdadera, por la que tantos españoles dieron su vida.
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