Una de las cosas que más nos ha sorprendido es que los responsables del atentado de París, no son producto de violencia o guerras continuadas, sino que han nacido y se han educado en Europa
Si, Europa necesitaba un despertador, estaba impasible ante la barbarie del terrorismo islámico. Y aunque los cristianos de medio mundo pedían ayuda y morían en silencio, aunque empezásemos a sentir la guerra con los refugiados, el problema era de otros, hasta que el día 13 de noviembre empezó a ser nuestro.
Las masacres de París han vuelto a mostrar que necesitamos golpes fuertes y en nuestra sangre para darnos cuenta de que los ataques que llevan sufriendo otros países desde hace ya años, son tan reales como los nuestros y no ciencia ficción, con la insignificante diferencia de que ellos no tienen ayuda y se producen casi a diario.
La toma de un hotel en Bamako, capital de Mali, como pulso por el control del terror, ha provocado 27 rehenes muertos y vemos cómo sube esta triste cifra.
Hace unos días, conocíamos que la formación terrorista del Estado Islámico había planeado un atentado durante la cumbre del G-20, junto con otros tantos atentados simultáneos en 18 provincias turcas. Operación conocida gracias a los datos encontrados en un ordenador durante una redada a raíz de las investigaciones realizadas después del doble atentado suicida del 10 de Octubre en Ankara que causó más de cien muertos.
Boko Haram volvió a actuar el martes en Nigeria con dos atentados que causaron 50 muertos y más de 130 heridos. A esta banda, leal a Daesh, considerada de las más peligrosas, se le atribuyen 6.644 vidas menos durante el año pasado, actuando muchas veces mediante mujeres y niñas kamikazes, como en este último, que tenían 11 y 18 años, tretas que tampoco indignan a las feministas radicales.
Todos hemos leído la carta del periodista Antoine Leiris, que perdió a su mujer en el atentado de la sala Bataclan, una ejemplar y contundente respuesta: “No tendréis mi odio”.
Debemos perdonar porque el odio sólo ciega la mente, y no permite avanzar, destruye y ganarían ellos. Si además somos cristianos, esta respuesta estaría más clara, aunque cueste. Como decía Mario Benedetti, “El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora”.
Pero no odiar o perdonar no implica que no nos defendamos, o defendamos a otros hermanos, cristianos o no.
En palabras del rey Addalá II de Jordania, “esta es una tercera Guerra Mundial contra la humanidad”. Por ello ha lanzado un mensaje pidiendo la unidad para hacer frente a esta terrible amenaza. “Los grupos del Estado Islámico se revelan a diario como salvajes criminales de la religión, sin respetar leyes ni fronteras”, yo añadiría, ni vidas. “Esta es una guerra en el marco del Islam y desafortunadamente, más de 100.000 musulmanes han sido asesinados por el Estado Islámico en los dos últimos años, sin contar las atrocidades de grupos inspirados por él en África y Asia”. “Debemos estar unidos para hacer frente a las amenazas interconectadas, ya sea en esta región, en África, en Asia o en Europa”, reclamó en una visita oficial a Kosovo, según el periódico The Jordan Journal.
El pasado agosto, con apenas 21 años, su hijo Husein resaltó en la apertura del debate sobre “Juventud, Paz y Seguridad “una de las principales preocupaciones de su país, con ocho millones de habitantes y sin apenas recursos naturales, condenando la tiranía de Al-quaeda y Daesh. Alertó sobre el contagio del extremismo en una población del mundo árabe en la que el 70% está por debajo de los 25 años, y con una historia reciente de tiranía, invasiones y terrorismo que han explotado a los jóvenes. Su madre, la Reina Rania iba más allá , también en agosto cuestionaba el papel de los musulmanes de todo el mundo, que no sólo consistía en “no apoyarles, sino en detenerles”… ”los musulmanes moderados no hacen lo suficiente para derrotar al Estado Islámico”.
Pero ¿qué pasa con los atentados de Europa?...Una de las cosas que más nos ha sorprendido es que los responsables del atentado de París, no son producto de violencia o guerras continuadas, sino que han nacido y se han educado en Europa. Su educación es europea, basada en la libertad y no en la tiranía, en la estabilidad, y no en las invasiones, en las oportunidades y no en la explotación. En algo se ha fallado, quizás esta libertad estaba vacía de valores, como se ha discutido estos días. La falta de valores, incluso en la tierra de la Libertad, Igualdad y fraternidad, parece que ha podido ser la causante de que algunos jóvenes, no muy equilibrados, busquen algo con que rellenar este hueco, situación anticipada por el escritor francés Michel Houellebecq en su libro Sumisión este verano. Aunque supongo que será un conjunto complicado de factores.
Escandaliza el porcentaje que apuntaban en un telediario estos días, no me acuerdo cual exactamente, de que el 80% de los yihadistas son hijos de padres ateos.
Esta espeluznante cifra da mucho que pensar, el hombre necesita ideales por los que vivir, trabajar e incluso morir, y ante esa ausencia los busca. Pero si escondemos los ideales, si desterramos los valores, si ignoramos nuestras raíces, la búsqueda errónea puede traer consecuencias como las que estamos viviendo.
El objetivo de las voces que surgen o puedan surgir en contra de quiénes defienden la identidad, la libertad, la seguridad de un estado de derecho, está claro que precisamente sería desterrar los valores de donde los hay, para terminar de vaciarnos.
En palabras de la Santa francesa Teresita de Lisieux, “la oración es un grito de amor hacia el cielo”, y sabemos que estos días ha habido mucho grito de amor, pero habrá que seguir rezando por la paz y no perder la esperanza…por que como se suele decir, es lo último que se pierde.
Fuentes: Zenit, EuropaPress, El País, Religión en Libertad.The New York Times